Un estudio revela diez años después del Katrina carencias en la cobertura.
La catástrofe, la más cara de la historia para las aseguradoras, costó 62.200 millones.
La semana que viene se cumplen diez años de la mayor catástrofe natural vivida en EE UU en las últimas décadas. El huracán Katrina, el más violento de 2005, segó más de 1.800 vidas en la ciudad de Nueva Orleans, en Luisiana, que quedó inundada en un 80% y sufrió daños materiales por valor de unos 125.000 millones de dólares.
El sector asegurador todavía se estremece con solo oír el nombre de ese tifón, pues le supuso el desembolso de más de 60.000 millones de dólares (unos 54.200 millones de euros al cambio actual), según datos de Allianz. Es, hasta la fecha, el desastre natural más costoso de la historia de la industria aseguradora, muy por delante de los atentados del 11-S de 2001, cuya factura alcanzó los 18.800 millones de dólares, y de los huracanes Sandy (29.500 millones) e Ike (18.500 millones), de 2012 y 2008, respectivamente.
El grupo Allianz acaba de publicar un informe en el que analiza la reacción de las empresas públicas y privadas tras el episodio del Katrina. La conclusión principal es demoledora: pese al evidente aumento de las posibilidades de sufrir una tempestad de alta intensidad (huracanes y tifones), la suscripción de coberturas de seguros está muy por debajo del nivel de riesgos.
El estudio alerta de la elevada siniestralidad que causan los huracanes americanos, los tifones asiáticos y las tempestades invernales europeas. Tras analizar más de 11.000 reclamaciones de siniestros superiores a los 100.000 euros de empresas de todo el mundo, el documento concluye que entre 2009 y 2013 se tramitaron más de 400 por este tipo de tempestades. “Son la quinta entre las diez primeras causas de pérdidas para las compañías”, reza el informe.
Los datos revelan también que la incidencia de las catástrofes naturales va en aumento. El importe medio pagado por las aseguradoras entre 1980 y 1989 por fenómenos meteorológicos extremos, indica el estudio de Allianz, ascendió a 15.000 millones de dólares anuales. Solo entre 2010 y 2013 dicha suma se elevó hasta los 70.000 millones anuales de media. “Las perspectivas de cada vez mayores pérdidas de cara al futuro aumentan su probabilidad, habida cuenta del continuo desarrollo económico de zonas litorales urbanas proclives a desastres en el mundo entero, y en Asia en especial”, escribe en el informe el consejero delegado de Allianz Global Corporate & Speciality.
El 49% de los siniestros analizados se localizan en EE UU, seguido de Europa (19%) y Asia (6%). Aunque pronto cambiarán las tornas. “Se prevé que las pérdidas crezcan de forma exponencial en Asia, donde se encontrará el 80% de los 10 lugares más expuestos a inundaciones costeras por marejadas ciclónicas y daños por viento de los próximos 50 años”, asegura el documento.
Saber exactamente lo que cubre la póliza de seguro antes de una siniestralidad por tempestad es clave para poder encarar el día después a una catástrofe. Puede ayudar a asegurar la continuidad del negocio.
Fukushima, la herida más reciente
Las grandes tempestades no son la única amenaza de la naturaleza. Los terremotos causan también estragos, especialmente si afectan a instalaciones sensibles, tal y como sucedió en el que sacudió en 2011 a la ciudad japonesa de Fukushima. El seísmo afectó a la central nuclear de la localidad, provocando varias explosiones, la triple fusión del núcleo y la liberación de radiación. Los daños ascendieron a unos 100.000 millones de euros. Aunque en este caso son las consecuencias de la radiación, que podría haber provocado mutaciones en especies animales, lo que más preocupa.
Fuente de la noticia: Cinco Días