La lluvia es uno de los mayores problemas para el conductor porque la visibilidad se reduce considerablemente y en muchas ocasiones ni nuestro coche ni nuestras habilidades están a la altura de la situación. Es común encontrar que cuando llueve en grandes urbes como Madrid y Barcelona, los atascos son más numerosos y los conductores circulan con miedo.
Esto es muy preocupante porque son conductores que no tienen la suficiente seguridad ni confianza para poder afrontar una situación inesperada, un frenazo de emergencia, una maniobra de esquiva... Por eso, lo primero que tenemos que tener en cuenta es que los neumáticos de nuestro vehículos estén en un perfecto estado, tanto de presión como de dibujo, incluso no tengamos miedo a hablar de los neumáticos de invierno porque cuando la temperatura del suelo es inferior a 7 grados, sus ventajas son evidentes frente a un neumático de verano.
Aquí tenéis los 7 consejos más útiles para conducir con lluvia de una forma segura, tranquila y evitando incidentes:
Reduce la velocidad
El agarre es menor, por tanto la velocidad debe ser también menor para evitar deslizamientos. La distancia de frenado aumenta notablemente en mojado y el límite de adherencia en las curvas es mucho más bajo.
Conduce con suavidad
Frenazos, aceleraciones o golpes bruscos de volante pueden provocar la pérdida de control sobre el vehículo. Si se realizan las maniobras de forma progresiva, el resto de conductores tendrán más tiempo para reaccionar.
Revisa el estado de las escobillas
Es muy importante que la escobilla del limpiaparabrisas esté en perfecto estado para que la visibilidad sea máxima, pero también para que no dañen el cristal.
Evita los charcos
Los charcos suponen un grave problema para la adherencia del vehículo, por lo tanto evítalos, no sabes su profundidad o si está tapando, por ejemplo, una alcantarilla. Sigue la huella del coche que llevas delante, ya que esa zona de la calzada tiene menos cantidad de agua. Cuando se detecta la presencia de un charco hay que intentar evitarlo o, en todo caso, reducir aún más la velocidad para evitar el aquaplaning.
Se trata de un efecto que sucede cuando el dibujo de los neumáticos no es capaz de evacuar al completo el agua por saturación, lo que produce una pérdida de contacto con el asfalto y provoca que el neumático deslice sobre una lámina de agua. No hay que frenar bruscamente, sólo reducir la velocidad y, si se llega a producir el aquaplaning, mantener firme la dirección hasta volver a sentir que los neumáticos contactan de nuevo con el asfalto.
Aumenta la distancia de seguridad
Al circular cerca del vehículo que precede se puede colisionar con él en caso de frenada, pero además la visibilidad del conductor se verá muy reducida por el agua sucia que levanta a su paso.
Hazte ver
Si la visibilidad es muy baja, no solo tienes que encender las luces de cruce sino también los antiniebla traseros. Hay que hacer lo posible para ser vistos, señalizar con mucha antelación usando los intermitentes y frenando con tiempo para avisar al vehículo que circula por detrás.
No pises la pintura blanca
Las marcas de señalización vial horizontales tienen menos agarre que el asfalto, por este motivo hay que evitar pisar las rayas y, sobre todo, no esperar a frenar cuando el vehículo ya está encima de un paso de cebra.
Fuente de la noticia: Hipertextual