El seguro de vida es un producto esencial para la protección familiar. En muchas ocasiones el ahorro es insuficiente para garantizar una renta para los que más queremos y asegurar su bienestar, y ello, de forma económica, sí lo podemos hacer a través de un seguro. Por supuesto, cuanto mayor sea el capital que cubra nuestro seguro más protegidos estamos, pero no hay que olvidar que también cuanto mayor sea ese capital el precio también es mucho mayor para el asegurado.
También puede darse el caso contrario, que tengamos un seguro contratado y que no cubra nuestras necesidades, especialmente si existen deudas –como una hipoteca sobre la vivienda habitual- que no se puedan pagar con los ingresos resultantes de la unidad familiar y tampoco se paguen las deudas con la cantidad asegurada. Por todo ello, determinar la cuantía que debe cubrir nuestro seguro para que cumpla perfectamente su función de protección sin que sea un agujero para nuestro bolsillo es un punto esencial que hay que analizar en el momento de la contratación.
Puntos a considerar
Uno de los aspectos que no debemos olvidar es como la edad es uno de los aspectos fundamentales que determinará el precio de la prima que vamos a pagar, por ello. Si por ejemplo contratamos un seguro con 25 años y mantenemos el capital en el tiempo – o actualizándolo con las subidas de precios- nos encontraremos con importantes subidas 20 años después. Por ello, adecuar esta cuantía a las circunstancias personales y riesgos reales desde un principio es más que importante teniendo en cuenta puntos básicos indispensables:
- Si tienes deudas, esencialmente una hipoteca, como mínimo se debe cubrir siempre el importe del capital pendiente de esa hipoteca, que permitirá dejar la vivienda familiar libre de cargas. En muchos casos, especialmente en los seguros que están vinculados a la hipoteca se suele cubrir el 50% por cada uno de los titulares, pero puede que no sea suficiente si uno de los dos es el que asume un mayor porcentaje de los gastos. Por ejemplo si en una unidad familiar uno paga el 80% de la hipoteca, su muerte conllevará un perjuicio económico mayor y hace más recomendable que su seguro cubra el 80-100% de la hipoteca pendiente.
- Además de cubrir todas las deudas, hay que añadir una cantidad mayor. La razón principal está en que tras el fallecimiento de un miembro de la familia que aporta ingresos, muchos de los gastos se mantienen o apenas disminuyen por lo que se genera un desequilibrio entre ingresos y gastos. Por todo ello, se necesita un tiempo tanto para reorientar los gastos, procurando ajustarlos a la baja a la vez que procurar aumentar los ingresos. Mientras esto suceda hay que dejar un margen de un mínimo de 2 o 3 años el salario del fallecido para poder realizar este ajuste sin agobios.
- Adecuarlo a las necesidades familiares específicas, por ejemplo, las necesidades son mayores si tenemos hijos, especialmente si van a afrontar estudios superiores o de postgrado. Aumentar la cobertura de tu seguro de vida es mucho más barato que contratar un producto específico para estudios, y además tendrás más coberturas adicionales.
- Si en la pareja, los dos miembros trabajan y aportan su salario a cubrir los gastos deberían cada uno contratar su seguro de vida con unas coberturas que sigan lo especificado en los puntos anteriores.
Fuente de la noticia: Cinco Días