Con el inicio de la crisis en 2008 la vida útil de los coches ha aumentado de 8,9 años a 11,5. Un hecho que ha propiciado la tendencia a contratar pólizas de seguros con coberturas cada vez más básicas. Como consecuencia, se ha visto incrementado el índice de siniestralidad por la mayor probabilidad de sufrir un accidente por fallo mecánico derivado del desgate y uso.
Uno de los efectos de la crisis económica es que los ciudadanos han optado por posponer la adquisición de determinados bienes, como la renovación del vehículo. De hecho, según se desprende del Balance del Sector de la Automoción 2014, realizado por TNS, el 24% de los coches que circulaban por España a principios de año tenía una antigüedad de más de 15 años. Este porcentaje se eleva al 53% si se tienen en cuentan los automóviles de más de 10 años, tres puntos más que en el ejercicio anterior. Además, el 30% de los conductores señalan que están retrasando la compra de un nuevo vehículo, mientras que el 35% responde, directamente, que no puede permitírselo.
En los años previos a la crisis, la vida útil de los turismos se mantenía en una media de entre ocho y nueve años. De acuerdo con los datos de ANFAC, en 2008 la antigüedad media de los coches españoles era de 8,9 años. En 2009 subió a 9,3. En 2011 se superaron los diez años, con una vida útil media de 10,2. En 2013, se traspasó la barrera de los 11 años (11,3) y la última estimación realizada por la patronal automovilística, el pasado mes de abril, sitúa la edad del parque móvil nacional en 11,5 años.
Este envejecimiento de los automóviles del país tiene su efecto en el mercado de los seguros, ya que, si el vehículo a asegurar es nuevo, la prima va a ser más alta que la de un coche que no acaba de salir del concesionario. Y cada vez hay más de éstos.
La edad del coche también influye en lo relativo a la modalidad de seguro que se contrata. En este sentido, queda patente una tendencia creciente a optar por pólizas con coberturas cada vez más básicas. Y es que, debido a la depreciación que sufren los vehículos a partir de determinada antigüedad, no merece la pena contratar un seguro a todo riesgo. Por consiguiente, la indemnización que pagará la aseguradora en el caso de sufrir un accidente y que el coche quede destrozado va a ser muy baja. Además, esta caída de la indemnización no se ve compensada por una bajada de la prima.
Así, según datos extraídos del Informe CVO 2014, que elabora el Observatorio del Vehículo de Empresa, la póliza que más se contrata para coches de más de 10 años es la de terceros, que concentra más del 90% del total. Por el contrario, para coches de menos de dos años, este tipo de seguro sólo representa el 23,7%. La póliza que más se contrata para los vehículos con menos de dos años es la de a todo riesgo con franquicia (40'9%), seguida por la de a todo riesgo sin franquicia (35'5%). Para aquellos coches, de entre cuatro y cinco años, la mitad de los usuarios opta por una póliza a terceros y la otra mitad, por una a todo riesgo. Para elegir el mejor seguro de coche según la edad de tu vehículo es aconsejable utilizar la calculadora que ofrecen los comparadores de seguros.
A esto hay que unir otro riesgo para las aseguradoras y es el incremento del índice de siniestralidad entre aquellos coches de más antigüedad. Desde ANFAC, afirman que la probabilidad de sufrir un accidente de tráfico con un coche de más de 10 años se multiplica por tres.
En este sentido, desde el RACE señalan dos motivos que provocan el incremento de la siniestralidad en los vehículos de mayor edad. Por un lado, el menor número de sistemas de seguridad que incorporan los turismos más antiguos. "Un coche moderno es un coche más seguro. Es más seguro porque incorpora elementos que informan al conductor del entorno, e incluso intervienen antes de que se produzca una situación de riesgo si los parámetros analizan un riesgo evidente, como es el caso del ESP, ABS, etc. Y más seguros también porque en el caso de que se produzca el siniestro, los turismos actuales protegen más y mejor a sus ocupantes", apuntan desde el RACE. Finalmente, también apelan al propio desgaste del vehículo, derivado de su uso, lo que aumenta el riesgo de fallo mecánico, y por tanto, el riesgo de sufrir un accidente.
Fuente de la noticia: Expansión